Suelos
Las elevadas precipitaciones
favorecen un intenso lavado y
acidificación de los suelos. La
baja temperatura de las aguas de
lluvia y de los suelos
incrementa el contenido de
dióxido de carbono en solución,
facilitando la disolución y el
lavado del carbonato de calcio
presente en las rocas. Como
consecuencia, predominan suelos
ácidos, con pH inferior a 5. |