Nace en Escuque, Estado Trujillo, el 29 de octubre de 1901. Hija de Vicente Torres y Florinda Torres; es la mayor de cuatro hijos.

Aproximadamente a los siete años comienza a incursionar en la alfarería, realizando formas sencillas como empañas, arepas y pajaritos. A modo de juego, muchas de estas figuras las hace a espaldas de su madre, eludiendo algunas tareas hogareñas, a favor de la creación plástica. La motivación surge cuando le regalan una tarjeta con la representación de un nacimiento y decide crear uno igual para su casa. Primero realiza el Niño en tierra, después en yeso y paulatinamente surgen los demás personajes. Su madre y los vecinos admiran los resultados . En cuanto a su educación formal y artística, es autodidacta. El proceso de la arcilla también lo aprende sola, con la práctica.

Su trabajo comienza a apreciarse fuera de Escuque. Ramón Palomares y Carlos Eduardo Morales son los primeros en reconocer y estimular su labor. Luego Carlos Contramaestre, Antonio Luis Cárdenas y Alfredo Armas Alfonzo continúan proyectando su obra fuera de la región.

Antonio Luis Cárdenas, profesor de la Universidad de Los Andes, promueve su primera exposición individual. Esta se lleva a cabo en la Galería “ La Otra Banda ” de Mérida y en el mismo día de apertura, se venden todas las piezas exhibidas.

El 24 de diciembre de 1995 fallece en Escuque.

En sus relatos cuenta que desde niña le gustaba hacer cosas para el pesebre, porque quería poner el pesebre bonito, siempre visitaba una viejita, ancianita, que tenía un pesebre lindo, un día agarré la escoba para barrer y que me regalara cosas, porque tenía ganas de tener un pesebre así.

Pero pasado algún tiempo, “no vuelvo más – dije - , yo voy a ponerme a hacer figuras de barro”. Y me puse a hacerlo. Con un poco de tierra, hice mi nacimiento. ¡Pero no perfecto!.

Había en la casa un señor que era pintor; yo le pedía pinturitas, y el me decía: “Niña, ¿qué quieres pintar?. Tome de esta blanca, rosa y de todos los colores”. Pero todo era en polvo, porque antes como que no habían óleos.

Bueno, yo hice mi pesebre y seguí haciéndole ovejitas con palitos de fósforos. Así es como empieza uno... Yo nací con ese arte.

El primer Niño Jesús... Ese se me perdió y no supe nunca más. Estaría yo muchachita..., ni se quién me lo llevó.

Cada figurita tiene su historia:

“Majagüito”; era un señor que era muy trastornado y lo llamaban así, era su sobrenombre, tenía la boca grande y era feo.

Trina la de los loros, ése es otro personaje; ella tenía unas totumitas y ahí les daba de comer a unos loros. Tenía una falda anchísima donde se metía las totumitas y metía también un loro, yo le guardaba su comidita, porque ella andaba todo el día pidiendo limosna para los niños pobres y entonces un día me dijo:

-“Me está mirando mucho, cuidado si me va a hacer”

Y yo le dije

-“Si, te voy a hacer”

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